Oct
24
Agua: clara, limpia y pura
En hostelería y restauración, el agua tiene múltiples usos: desde un vaso para quitarnos la sed en un bar hasta las zonas de riego de un hotel, pasando por el hielo en las copas, el agua de las duchas en la piscina o el agua del lavavajillas.
De todos estos usos, el más importante es, sin duda, el agua de consumo de los clientes, ya que el fuerte olor o sabor de un vaso de agua puede provocar rechazo inmediato por parte de los clientes.
Un control exhaustivo y un adecuado tratamiento de desinfección antes de ingerir el preciado líquido resulta necesario para eliminar riesgos. Aunque son muchos los sistemas que se pueden emplear, en hostelería y restauración los tratamientos más utilizados son la descalcificación y la ósmosis inversa, destinados a eliminar la dureza del agua y la salinidad, respectivamente. También pueden emplearse otros sistemas como los tratamientos con ozono o las radiaciones ultravioletas.
Descalcificación del agua
La dureza es una medida del estado de mineralización del agua. A mayor dureza del agua se produce una elevada presencia de calcio y magnesio, elementos que provocan incrustaciones en tuberías y equipos y que repercuten tanto en el sabor como en el mantenimiento de las instalaciones.
Mediante la descalcificación se elimina la dureza del agua a través de resinas de intercambio iónico, o descalcificadores, para evitar incrustaciones calcáreas. Los descalcificadores permiten rebajar los niveles de calcio y magnesio a unos niveles óptimos para un perfecto funcionamiento y para el consumo de agua potable.
Ósmosis inversa
La ósmosis inversa es un procedimiento que garantiza el tratamiento desalinizador del agua. El concepto de ósmosis consiste en encontrar un equilibrio entre dos sustancias mediante la mezcla de ambas. Es decir, si ponemos en contacto agua salada y agua destilada, obtendremos un equilibrio.
La ósmosis inversa actúa de modo contrario, separando las diferentes sustancias de una mezcla. Su funcionamiento se realiza mediante membranas de poliamida semipermeables, enrolladas en espiral, que actúan de filtro, reteniendo y eliminando la mayor parte de las sales disueltas e impidiendo el paso de bacterias y virus, obteniendo agua pura y esterilizada.
Las partículas que quedan en las membranas son posteriormente arrastradas y lavadas por la misma corriente de agua, de tal modo que el sistema realiza una autolimpieza constante. Con el tratamiento por ósmosis inversa, el agua abandona totalmente las partículas extrañas que transporta, ofreciendo un líquido final puro y cristalino.
Ozono y radiaciones ultravioletas
Para los tratamientos de aguas potables también pueden emplearse sistemas de desinfección con ozono o mediante radiaciones ultravioletas, que permiten obtener agua limpia, purificada y libre de todo tipo de sustancias.
El ozono es 3.000 veces más rápido y eficaz que el cloro destruyendo virus y bacterias y, además, permite eliminar otras sustancias capaces de resistir al cloro. Su empleo no provoca olores y sabores extraños debido a que el las moléculas de ozono están formadas por oxígeno. Eso sí, como desventaja hay que señalar que su coste es bastante más elevado que el del cloro.
Por su parte, las radiaciones ultravioletas también son otro tratamiento para purificar el agua, pero en este caso se realiza una desinfección final antes que sea consumida, es decir, en el último punto de la cadena. El mecanismo de desinfección mediante radiaciones ultravioletas consiste en destruir la molécula de ADN a través de una lámpara que produce una serie de radiaciones.
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Fuente: www.mabhostelero.es